viernes, 8 de marzo de 2024

EL CASTILLO QUE BROTÓ DEL AGUA. LA FORTALEZA DE QASR BUNAYRA

    Casarabonela es uno de los municipios más representativos de la comarca de la Sierra de las Nieves, en la provincia de Málaga. Además de ser uno de los más bellos, indiscutiblemente. Se encuentra enclavado en la Reserva de la Biosfera y en el entorno del Parque Nacional Sierra de las Nieves. Un lugar verdaderamente único e irrepetible en la provincia de Málaga, y mira que hay rincones y pueblos bellos en nuestra provincia.

 

 

    La tradición histórica compartida por todas las poblaciones de la Sierra de las Nieves las ha dotado a todas de una similar organización espacial, que deviene de la época andalusí: castillo en cota dominante, normalmente sobre un cerro o una elevación; un caserío que se desparrama a los pies de la fortaleza y en la cota más baja, los espacios de huerta, los regadíos. Alrededor de este espacio nuclear se desarrollan amplios campos de secano que tienen al olivar como dueño y señor absoluto de los paisajes agrarios, mientras que antaño eran los viñedos. Estos pueblos, que nacieron próximos a manantiales de agua y a nudos estratégicos de comunicación, fueron dotados en los siglos medievales de una fortaleza para la protección de los campesinos y el control de las rutas de comunicación y de comercio.

 


 
El castillo de Casarabonela destacando sobre el caserío
 

    Y ese es el origen del castillo de Casarabonela, también conocido como el castillo de Qasr-Bunayra o como Fortaleza Refugio del Rey Chico. La sierra Prieta, su majestuoso telón de fondo, lo abastece de agua en abundancia y su posición estratégica en un ancestral camino que comunicaba el valle del Guadalhorce con la zona rondeña justifica su construcción. Con el tiempo en el lugar y a los pies de la fortaleza, llegó a formarse una pequeña medina que incluía arrabales amurallados en los que se encontraban varias mezquitas que han podido ser documentadas, así como algún que otro cementerio islámico o maqbara (almocaber). Topónimos como calle Albaiva, calle Muro, calle Puerta de San Juan… nos ponen sobre la pista del desarrollo de la antigua medina, íntimamente ligada a la fortaleza de Qasr Bonayra.

 

 


    Esta fortaleza, literalmente, brotó del agua, dado que se encuentra sobre una elevada plataforma de travertino, formación geológica que se encuentra datada en el Pleistoceno Inferior (1,6 millones de años - 700.000 años) - Medio (700.000-130.000 años). La muela de travertino donde se asienta la fortaleza se generó por la disolución y posterior precipitación de los materiales carbonatados jurásicos de Sierra Prieta (perteneciente a la Unidad de las Nieves) y los materiales flyschoides de la Unidad de Aljibe. Esta protuberancia rocosa tiene grandes barrancos en sus caras oeste, sur y este, mientras por la zona norte es algo más accesible, a pesar de las fuertes pendientes. Su naturaleza geológica ha propiciado la existencia de numerosas cavidades, aprovechadas por el ser humano desde hace mucho tiempo como hábitat, cuadras, almacenes… e incluso el mismo travertino se ha empleado como cantera para extraer materiales de construcción. El mismo casco urbano está levantado sobre travertino y en pueblos como Ojén observamos un mismo aprovechamiento con el castillo de Solís.

 


    A pesar de algunos estudios, de la realización de varias catas arqueológicas y de los escasos testimonios documentales, no se ha podido determinar el origen de la ocupación humana de esta plataforma travertínica, pero se sospecha muy antiguo. Y ciertamente, en las catas arqueológicas realizadas entre 2022 y 2023 aparecieron restos cerámicos de época romana. No es de extrañar porque el entorno de Casarabonela está lleno de antiguas villas romanas, prueba de la fuerte implantación de esta civilización en estos lares.

 

    Por otra parte el mismo topónimo de la fortaleza, qasr, nos ofrece algunas pistas sobre su posible origen. Para el eminente arabista y medievalista Manuel Acién Almansa se trata de un término que ...se utiliza como traducción de castrum, lo que es evidente en la evolución del topónimo de la actual Casarabonela, que procede de Castra Vinaria a través de Qa^sr Bunayra, y otro al-Qasr aparece en la campaña de Algeciras de Abd al-Rahmán III. El término utilizado nos ilustra sobre el carácter palaciego y residencial del castrum visigodo, pero sin embargo evolucionan pronto en el mundo andalusí, pues el pomposo Qasr Bunayra se convierte en un simple hisn (Acién Almansa, Manuel: Poblamiento indígena en al-Andalus e indicios del primer poblamiento andalusí. Al-Qantara, vol. 20, nº 1 1999 ). En base al estudio de la toponimia y concretamente del topónimo qasr, este autor defiende una continuidad del poblamiento rural visigodo.

 

Vista aérea de la muela que ocupa la fortaleza

    Por tanto, atendiendo a lo denso del poblamiento romano en el territorio que hoy compone el término municipal de Casarabonela, a los escasos restos cerámicos romanos aparecidos en las excavaciones del castillo y al estudio de la toponimia, existen fundamentos para sospechar un origen antiguo en la ocupación del promontorio de travertino que ocupa el castillo de Casarabonela.


    En relación a la redacción del Plan Director del Castillo de Casarabonela, se realizaron las mencionadas catas arqueológicas. La mayoría de los materiales cerámicos excavados y aparecidos corresponden a los siglos XII-XIII, conflictivo momento político y social en que el imperio Almohade iba perdiendo poder -y territorios- frente a los reinos cristianos peninsulares, a la par de que se iba configurando el Reino Nazarí de Granada.


    Sin embargo y aunque las fuentes arqueológicas no se hayan manifestado todavía en este sentido, de lo que si hay certeza es de la existencia de una fortaleza en este emplazamiento desde época emiral, si atendemos a las fuentes documentales, que la mencionan brevemente hacia el siglo IX, momento en el que al parecer revestía cierta importancia y en relación con la revuelta hafsuní. Esta es la breve referencia que el historiador andalusí Ibn Hayyan hacía de la fortaleza de Casarabonela en el tomo V de su Al-Muqtabis fī taˀrīj riŷāl al-Ándalus (Libro de la Historia Real del Ándalus:

 


 Fue conquistada la fortaleza disidente de Casarabonela, en la cora de Rayya, a la que se acogieron personas leales y donde designó a Yahya b. Zakariyya b. Antuluh, a quien adscribió algunos mercenarios de confianza, que desde allí atacaban repetidamente la ciudad de Bobastro, base de disidencia, que se vio hostigada por todos lados. 


 

    No obstante, la ocupación es más intensa a partir del siglo XII, si atendemos a las fuentes arqueológicas y a los restos edificatorios conservados. Habrá que esperar al siglo XV, en el contexto de la invasión cristiana del territorio nazarí, para que aparezcan algunas menciones en las crónicas castellanas de la época sobre Casarabonela y su fortaleza.

 

Vista aérea del castillo y de su área de dominio visual


    Los dos momentos históricos mas trascendentales de la fortaleza Qasr Bonayra (y de casi todas en la actual provincia de Málaga) se vivieron entorno a la revuelta de Omar Ibn Hafsún (siglos IX-X) y la conquista castellana (siglo XV). En el primer momento la fortaleza estaría en manos de los hafsuníes hasta que fue tomada por las fuerzas del emir Abderramán III (futuro califa) en 922, de lo que da cuenta el citado Ibn Hayyan. El emir mantuvo esta fortaleza a su servicio para hostigar a los hafsuníes y tras sofocar la revuelta, parece ser que fue abandonada o demolida parcialmente, como otras muchas, para evitar futuros levantamientos. A partir de ahí (primeros años del siglo IX) existe un vacío documental y arqueológico hasta el siglo XII, donde nos encontramos materiales almohades y su ocupación más tarde por la dinastía nazarí.


    El castillo, tras la rendición de Casarabonela en 1485, pasaría a manos de Sancho de Rojas y sus descendientes. Con todo, Casarabonela se salvó del edicto formulado por los Reyes Católicos en 1498 por el cual se mandaba derribar las murallas y torres de varias fortalezas nazaríes, con el objeto de no servir a una posible rebelión de las comunidades islámicas (recordemos la estrategia seguida por el emir Abderráman III). Sólo el desamparo y la dejación en siglos posteriores contribuirían a su abandono total. La vegetación y los agentes meteorológicos le realizarían un daño casi irreparable a lo largo del tiempo, pero lo más dañino para ella fue que sus materiales fueron empleados por los vecinos para la construcción de multitud de casas del entorno.


    Esta secuencia cronológica también ha podido ser observada en otras fortalezas, como en el cercano castillo de Monda, aunque con matices. Entre los siglos IX-X, durante la revuelta, en el cerro de la Villeta de Monda se encuentra ocupado por una pequeña fortificación o hisn-refugio. Tras el fin de la revuelta, fue desmantelado y abandonado. Sólo a partir de época almohade se procede a la construcción de una fortaleza compuesta por albacar y celoquia en lo más elevado del cerro. Con la dinastía nazarí se dota de una muralla de casi 400 metros que envuelve un caserío con casi un centenar de viviendas. Y aunque el castillo fue desmantelado a finales del XV, no lo fue así su barrio de viviendas, que pervivió hasta la revuelta morisca de 1570.


    La fortaleza, que tuvo distintas etapas e intervenciones a lo largo de su larga e intensa existencia y de ahí la dificultad de interpretación cronológica de muchas de sus estructuras, se acomoda a la irregularidad de la muela de travertino sobre la que se erige, disponiéndose en varias alturas o terrazas. Ese circunstancia dio lugar a que Sebastián Fernández López, en su celebrado Catálogo de fortalezas de la provincia de Málaga, le otorgar carácter de sajra (roca), de fortaleza roquera.


    Se ha diferenciado tres recintos o espacios, un primer recinto, al norte, más bajo y dos recintos o superficies sobre la muela de travertino, a distintas alturas:

 

Los tres recintos identificados en la fortaleza de Casarabonela
 


Primer recinto


    Un primer espacio lo tenemos al norte donde, como hemos dicho, las pendientes son fuertes pero no insalvables, por lo que se cree que el acceso a la fortaleza estaría en esta zona. En este espacio, más bajo que los dos recintos siguientes, se observan varias estructuras murarias que forman espacios cuadrangulares cuyos usos todavía se desconocen. Pueden tratarse de estructuras de distinta época que se superponen y al no encontrarse toda la superfice exhumada, de ahí que su lectura sea todavía algo compleja. Se aprecia también restos de talla en los afloramientos rocosos que nos hablan muy posiblemente del lecho que se excavaría para levantar algunos muros. En el extremo norte observamos unos tambores de roca a medio tallar. Se trata de una pequeña cantera de piedras de molinos harineros, antaño muy numerosos en la localidad y de los que ya hablamos en un entrada anterior.


    En el extremo sur de este espacio y adosado a la muela de travertino, encontramos la porción de muro mejor conservado. Se encuentra realizado a base de una mampostería muy rica en cal y enlucida, con algunas verdugadas de ladrillo y con refuerzos o inserciones del mismo material. El paramento se acaba “fundiendo” con la pared de travertino, que ha sido tallada para ello y que en su momento estuvo enlucida. Se observa multitud de oquedades en esta pared, huellas de las estructuras de madera que se insertaban para las cubiertas y otras estructuras. Incluso puede verse algún que otro grabado. En el extremo sureste de este espacio existe una pequeña cueva que ha tenido diversos usos hasta tiempos muy recientes. El día que visité este lugar y me metí en la cueva para husmear, me llevé el susto de mi vida. En una de las grietas del interior, muy escondido, había un gato que al verme entrar, saltó como alma que lleva el demonio con tal tino que el muy puñetero cayó a mis pies. Me llevé tal susto y se me descompuso de tal forma el cuerpo que estuve a punto del volverme al coche. ¡El hijoputa del gato!


Pequeña cueva en el primer recinto

    Anécdotas aparte, desde este espacio pasamos al espacio superior, dividido en dos recintos a distintas alturas o terrazas. El acceso, que hoy día lo hacemos por una escalera, en el pasado muy posiblemente se realizara por una rampa o escalera de madera, algo provisional y móvil que pudiera retirarse en los momentos de peligro o asedio, impidiendo o dificultando el acceso de los enemigos. 

 


Segundo recinto


    Es de forma alargada, discurriendo de norte a sur, y se dispone al este del conjunto, “mirando” hacia el pueblo y el valle. En este espacio se conservan tres torres y un gran tramo de muro que se adapta a lo caprichoso del terreno, donde observamos numerosos retranqueos. La torre n.º 1 se encontraba sobre un espolón rocoso, junto al primer recinto y lo que creemos fue la entrada. De ella sólo queda su huella impresa en la base pétrea, donde se observa fácilmente los rebajes realizados para asentar sus cimientos. Esta torre, por la posición estratégica que ocupa junto al acceso, debía revestir carácter de torre albarrana dado que avanzaba desde la línea de muralla hacia el exterior, dominando varios flancos.


    Continuando por el borde del recinto hacia el sur, recorremos un gran tramo de muralla que se retranquea en varias ocasiones para adaptarse a la irregularidad del terreno y en la que encontramos otras dos torres. Este muro está realizado a base de mampostería y en algunos lugares conserva recrecimientos de tapial. Hacia la mediación aparece la torre n.º 2 de este recinto. Es de tendencia circular y se encuentra levantada en mampostería, está completamente desmochada. Al final del muro, en el ángulo sureste, nos encontramos con una torre cuadrada a base de mampostería, reforzándose sus ángulos con sillarejos. Esta torre apea directamente sobre la roca y conserva parte del enlucido. Desde esta torre el muro continuaría hacia el recinto superior adaptándose a la irregularidad del terreno.


Una de las torres del segundo recinto
 
Otra de las torres del segundo recinto
 

Tercer recinto


    Es el más elevado de todos. Se sitúa al oeste y contiene varios elementos poliorcéticos bastante interesantes. En primer lugar y hacia el centro, nos encontramos con el alma de una torre de cal y canto que Sebastián Fernández López (Catálogo de fortalezas de la provincia de Málaga) dibuja con base cuadrada. Es posible que esta torre estuviera aditada a un muro que recorriera el espacio de norte a sur y que aislara este tercer recinto del anterior como medida de protección. En tal caso lo más posible es que junto a la torre, en ese hipotético muro, hubiera una puerta o un portillo de acceso que quedara resguardado por aquella. Una torre de esas dimensiones exenta en medio de una fortaleza no tiene ningún sentido poliorcético, ninguna funcionalidad aparente.


    En la cara sur se conserva restos de muralla en mampostería, con inserciones de sillarejos y un espacio tallado en la roca que se ha interpretado como un posible aljibe aunque a mi parecer tiene más aspecto de espacio habitacional. Si seguimos ascendiendo nos encontramos con algunos grandes derrumbes de tapial y con un tramo de muralla que conserva el zócalo de mampostería sobre el que se desarrolla un alzado de tapial que mantiene parte del paseo de ronda y parte de uno de los merlones. Se le conoce popularmente como la “Silla del Moro”. Este elemento es muy importante porque gracias a él podemos imaginar la altura de la muralla que rodeaba este recinto y algunas de sus características. Continuando hacia el oeste, nos encontramos con la base de una torre cuadrada en la zona más elevada de todo el conjunto, a la que se ha otorgado categoría de torre del Homenaje. Bajo ésta, y fuera del recinto, existe otra torre de planta de tendencia circular cuya funcionalidad desconocemos pero puede estar relacionada con la protección en esta zona o para garantizar la aguada en épocas de asedio. Más allá de la llamada torre del Homenaje, no se conserva estructuras emergentes relacionadas con la cerca muraria, pero puede verse en las rocas de base el trabajo de los cinceles para asentar otros elementos murarios e incluso, alguna posible torre.

 

La denominada "Silla del Moro"
 
Un primer plano de la torre conocida como la "Silla del Moro"
donde apreciamos el camino de ronda y el alzado de un merlón
 
Una de las laderas de la muela del castillo, donde se 
aprecian las numerosas cuevas

Torre de tendencia circular en la base del castillo

    El castillo de Casarabonela no era un elementos aislado. Junto a él se desarrolló un barrio de viviendas que a la postre se convertiría en una pequeña medina a la que se le adosaron uno o dos arrabales. La medina contaba con una muralla todavía “visible” a través de la toponimia callejera (calle Muro, calle puerta de San Juan, calle Albaiva…) y en los muros de algunas casas del entorno. Este pequeño centro urbano contaba con zoco, mezquita mayor y cuatro pequeñas mezquitas, además de varios molinos... donde podemos ver numerosos sillares amortizados, empleados en la edificación de las viviendas. Más allá de la medina y de su territorio inmediato y dependiente, la fortaleza de Casarabonela formó parte de una estructura muy compleja de castillos, torres, fortalezas… que garantizaron la integridad de formaciones estatales islámicas como la de los almohades y, principalmente, la de los nazaríes, época en la que tuvo un enorme protagonismo.

 

     Aunque no se encuentra todavía restaurado, el castillo de Casarabonela se puede visitar y se pueden contemplar todos estos elementos brevemente descritos. Este bien cultural cuenta con panelería interpretativa que ofrece una información básica. Al encontrarse en una posición elevada y prominente, desde sus alturas se pueden disfrutar de unas panorámicas excepcionales mires en la dirección que mires y sea la hora que sea. Además de disfrutar de un aire purísimo. Igualmente, Casarabonela posee un patrimonio cultural fabuloso. La visita al pueblo siempre es recomendable. Su casco urbano y su arquitectura popular son fabulosos. Está lleno de rincones de gran belleza y la visita a su iglesia, a sus ermitas, a sus fuentes, a sus miradores y al molino de Albaiva son obligadas, así como la degustación de su gastronomía local.

 

    El castillo de Casarabonela, en definitiva, es uno de los exponentes más interesantes y con mayor historia de las fortalezas de los pueblos de la comarca de la Sierra de las Nieves y de gran parte de la provincia de Málaga. Un lugar que no puede dejar de ser visitado y disfrutado y que actualmente es objeto de un importante estudio promovido por el Ayuntamiento de Casarabonela para descubrir sus historias y realzar sus valores.

 

 

 

 


(c) Diego Javier Sánchez Guerra.






viernes, 23 de febrero de 2024

LA PEQUEÑA "ALHAMBRA" DE LA SIERRA DE LAS NIEVES. EL SUEÑO DE RUDOLF VON ELSTERMAN

 

    Que sí, que sí. Que soy un pesado. Todo el día hablando de la historia, del patrimonio cultural, de nuestro pasado… Lo siento, pero no me voy a cansar y para celebrarlo, hoy quiero traer una de las muchas pequeñas historias que habitan en la memoria del Castillo de Monda. Esta historia va de un sueño. Un sueño muy ambicioso que, como vamos a ver, acabó tristemente truncado.

    En distintas entradas en este mismo blog he tratado sobre el Castillo de Monda, pero desde una perspectiva más histórica y arqueológica. Incluso hace unos años llegué a participar en la redacción de un libro sobre el castillo, como coautor, con el compañero Francisco Marmolejo Cantos: El castillo de Monda en la historia, la arqueología y la memoria.

 

Propuesta de restauración de Francisco Prieto-Moreno 
a finales de los años sesenta del siglo XX

 

    Sin embargo, esta historia que hoy traemos aquí no va sobre la dimensión arqueológica del castillo, ni sobre los acontecimientos bélicos e históricos que protagonizó, ni sobre personajes cruciales ligados a él, como Hamet El Zegrí ni sobre fantasmas como Doña Beatriz, sino sobre algo mucho más mundano, pero no por ello menos interesante: esta es la historia de un sueño. Concretamente el sueño de Rudolf von Elsterman y su ambicioso proyecto de restauración, tristemente fallido.

    Este personaje de origen alemán llegó a nuestro pueblo en los años sesenta de la pasada centuria persiguiendo un sueño de infancia: tener un castillo en España, como nos señaló su hija Shani en una ocasión. Y lo consiguió al adquirir el castillo de la Villeta. Pero su sueño iba más allá, mucho más allá. Quería restaurar el castillo con fines turísticos y culturales, recuperando y concibiendo el espacio para dar conciertos, organizar exposiciones, llevar a cabo obras de teatro… Para su proyecto incluso buscó el apoyo institucional a través del Ayuntamiento y en el Pleno Ordinario de tres de septiembre de 1975 el ente municipal expresó su apoyo:

 

Acto seguido el Sr. Alcalde informó a los asistentes de diversas conversaciones mantenidas con D. Rodolfo Von Elsterman, propietario del Castillo de Monda, en relación con el proyecto que dicho Sr. tiene de instalar en el caso de obtener el necesario apoyo oficial en las dependencias del referido castillo un Centro Cultural que comprendiera, entre otras actividades, un estudio de cerámica artística, una exposición de pintura y escultura, recitales de música y teatro, conferencias culturales, etc. etc.


El proyecto resulta sin duda atrayente, más habida cuenta de la vinculación alusiva que habría de tener con las esferas oficiales, particularmente las especializadas en actividades culturales y de enseñanza, requiere el respaldo de esta Corporación para cuantas gestiones fuere necesario emprender ante los diversos organismos administrativos, apoyo que a juicio del exponente necesitó le fuere prestar todo ver que de realizarse aunque fuere parcialmente lo programado el municipio de Monda se vería promocionado en forma insospechada en el innegable beneficio que en todos los órdenes le reportaría (…).


A la vista de lo expuesto por el Sr. Alcalde, la Corporación Municipal por unanimidad acuerda:


1º Declarar de interés local la ejecución de Centro de actividades culturales presentada por D. Rodolfo Von Elsterman para instalar en el Castillo de su propiedad sito en el paraje de “La Villeta” de este término municipal. Para su realización la Corporación como representación del municipio de Monda, prestará el apoyo necesario ante cuantos Organismos administrativos hubiere que recurrir, para obtener ayuda y asesoramiento en el orden técnico y económico.



    No cabe duda alguna de que Elsterman fue un adelantado a su tiempo. El alemán había encargado años antes -en 1969- el proyecto de restauración del castillo nada más y nada menos que al arquitecto Francisco Prieto-Moreno Pardo... ¿Sabéis quién era esta importante figura? Pues lo vamos a ver.


    Francisco Prieto-Moreno Pardo había nacido en Granada en 1907 en el seno de una familia acomodada y cursó estudios de arquitectura en Madrid, donde terminó sus estudios en 1931. Un año después y con motivo de mejorar su formación, se desplazó a Alemania para realizar prácticas y aprender más del oficio. En aquellos momentos el país alemán se hundía en la vorágine de una crisis financiera y política que parecía no tener fin, mientras subía como la espuma el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán, el Partido Nazi. En el país germano, y gracias a una beca, permaneció hasta finales de 1932. En aquellos momentos Alemania era centro neurálgico de la cultura arquitectónica contemporánea y allí el joven arquitecto se impregnaría del la liturgia arquitectónica racionalista y expresionista.

 


    Su relevante trayectoria profesional estuvo muy ligada a su cargo como arquitecto conservador de la Alhambra de Granada entre 1938 y 1977, tras lo cual le siguió uno de sus hijos. Fue también el responsable de la conservación y el mantenimiento de las alcazabas de Almería y Málaga, donde desarrolló importantes actuaciones. En esta última dejó su huella, junto a otros importantes arquitectos como González Edo, Torres Balbás y Guerrero-Strachan, en los trabajos que llevó a cabo, particularmente en el rescate y restauración del barrio de viviendas de la propia Alcazaba, un lugar que sigue sin estar abierto al público por su extrema delicadeza.

 


    Fue discípulo del emérito y prestigioso arquitecto Leopoldo Torres Balbás, considerado uno de los padres de la restauración monumental en España, que le precedió en el cargo como arquitecto conservador de esa deslumbrante maravilla de la arquitectura andalusí que ahora es el monumento más visitado de España y donde desarrolló una trascendental labor restauradora. Ambos mantuvieron una estrecha relación profesional pero si bien el anterior responsable de la conservación de la Alhambra desarrolló siempre unas escrupulosas propuestas de restauración, como haría en otros monumentos (y por lo que llegó a ser muy criticado en su momento), Prieto-Moreno tenía una visión más enfocada al creciente turismo, lo que condicionó gran parte de su tarea restauradora a la hora de acondicionar el recinto monumental a la visita pública y de proveerla de las infraestructuras necesarias. Ese sentido de lo práctico se va a plasmar en otras actuaciones suyas, como en el proyecto de restauración del castillo de Monda.

 

 

    Algunas de sus restauraciones han sido muy criticadas1 pero la época que le tocó desarrollar su labor, la posguerra y dictadura, supuso una enorme losa para las tareas de conservación y restauración. En palabras de la investigadora Aroa Romero Gallardo,2 gran conocedora de su obra y de su figura: “Nos encontramos ante un profesional de la Arquitectura más proclive a la experimentación práctica que a las formulaciones teóricas. Ello se explica, en parte, por el contexto histórico en el que desarrolló su carrera profesional, el de una España marcada por las destrucciones de la guerra que, en el ámbito patrimonial, supuso desarrollar actuaciones de urgencia para salvaguardar monumentos en estado ruinoso. A pesar de todo ello, fue un arquitecto con un importante bagaje teórico destacando su formación en el ámbito de la jardinería de tradición hispanomusulmana y el paisajismo, una pasión en la que influiría decisivamente su vinculación con el conjunto nazarí”.

 

 

    Por su notable formación como arquitecto y urbanista así como por su filiación política, pues fue Jefe Provincial de la Falange de Granada y fugaz Gobernador Civil de Málaga en 1939, tras la Guerra Civil ejerció como uno de los más importantes representantes de la reconstrucción franquista, donde ostentó importantes cargos siempre en relación a su papel como arquitecto y urbanista y su labor en la protección del patrimonio histórico-artístico3.


    Volviendo al castillo de Monda, las obras tuvieron comienzo en los años setenta del siglo XX y a partir de ese momento comenzó una nueva transformación del cerro de la Villeta ya que se abrió un carril para mejorar el acceso al que le siguió la plantación de eucaliptos y algunos cipreses paralelos al mismo con un doble objeto: sustentarlo, agarrar el terreno, y embellecer el entorno dotándolo que una cubierta vegetal, a la que se suman un pequeño bosquete de pinos en la cara sur y algunos más distribuidos por el entorno de la fortaleza. Como vemos, se siguen los mismos esquemas de maridación de restos arqueológicos y vegetación llevados a cabo en fortalezas como la Alcazaba de Málaga o el palacio de la Alhambra, sólo que a una escala menor, como cabe comprender. No olvidemos que en sus tiempos de fortaleza en activo la vertiente meridional del cerro estaba completamente despoblada y desarbolada, dejando a la vista los restos del castillo que aún se conservaban y del roquedal donde se sustenta.

 

Las primeras obras de restauración, realizadas a cargo
de la empresa de construcción "Constructora Lukas",
 de Coín. 

 



La “Alhambra” de la Sierra de las Nieves. 

El proyecto de Francisco Prieto-Moreno Pardo


    El proyecto planteado por Prieto-Moreno para el castillo de Monda, en el que eran visibles las influencias alhambrinas y de la alcazaba de Málaga, fruto de su larga experiencia, suponía la reconstrucción integral de sus murallas y de sus torres donde, según observamos en el dibujo del proyecto, emplearía la técnica de la mampostería y el tapial encintados así como el ladrillo de barro cocido en los encintados, en los ángulos y en los arcos, que nos recuerda mucho a la Alcazaba de Málaga. Mientras, a las torres se les habilitaría de estancias internas y tendrían varias alturas, para que sirvieran a modo de oteros y miradores. 

 

Alzado, según el proyecto de Prieto-Moreno

    En el proyecto se planteaba la construcción de un adarve o paseo de ronda que recorriera toda la obra y diera acceso a las torres. A través de distintas escaleras se accedería a este adarve, desde el que se podría recorrer todo el perímetro de la celoquia (la zona oriental de la construcción) y el albacar (la zona occidental) ofreciendo unas inmejorables vistas a todo el entorno que rodea al castillo: Monda, el valle del Guadalhorce, la Sierra de las Nieves... Igualmente se proponía la creación de un espacio ajardinado en la zona oriental del recinto superior, la celoquia, y compuesto por una gran fuente central rodeada de distintos estanques, surtidores, jardineras… en el que esboza setos, cipreses y árboles ornamentales. Este espacio ajardinado iría siguiendo un plano en sentido decreciente, de oeste a este, mediante la introducción de rampas y algunos escalones. Y es que el agua fue la protagonista en los jardines andalusíes por su musicalidad, por los juegos de reflejos que hacía, por las fuentes y jardines que alimentaba, por la frescura que creaba... no hay más que ver la Alhambra. Muy claramente observamos que ese espíritu lo quiso implementar Francisco Prieto-Moreno en su proyecto sobre el Castillo de Monda, en su concepción de esa pequeña "Alhambra" de la Sierra de las Nieves. Hoy día este espacio se encuentra ocupado por un bellísimo y cuidado jardín, que se inspira y bebe lejanamente en el proyecto e ideas de Prieto-Moreno.

 

Planta, según el proyecto de Prieto-Moreno 

La zona de la celoquia

Uno de los jardines del Hotel El Castillo de Monda

    El albacar, igualmente, se encontraría ajardinado pues el autor esboza en el alzado algunos cipreses y otros árboles que darían sombra y crearían ambiente. Al igual que ocurre con el espacio anterior esta parte se dotaría de un adarve que recorrería sólo la zona sur del muro y al que se accedería a través de pequeñas escaleras. Huelga decir que Prieto-Moreno era un profundo conocedor de los jardines de tradición andalusí. Sus principales aportaciones y reflexiones sobre esta materia quedaron recogidos en su libro Los jardines de Granada, editado en 1952, donde expone su interés por la imbricación de la arquitectura y el paisaje, que lleva a la práctica en los jardines de la Alhambra y en otras intervenciones, como algunos jardines de la Alcazaba de Málaga. Esa concepción es patente en su proyecto de restauración del castillo de Monda y pervive en el pinar que rodea a la fortaleza, en los cipreses y eucaliptos que se encuentran junto al camino de acceso, y en el jardín interior del Hotel El Castillo de Monda.

 

 
 
 
Detalle del albacar en planta y alzado

    En lo que se refiere a la dimensión reconstructiva, el empleo de la mampostería, el uso del ladrillo en los ángulos de las torres y parte de las murallas así como en determinados vanos, la imitación de tapial en torres y murallas… nos recuerda a la alcazaba Málaga. Y es que Prieto-Moreno apostó a lo largo de su dilatada carrera por la restauración con materiales y técnicas tradicionales. De hecho, en la Alhambra promovió la creación de un taller para la formación de artesanos del yeso, de la madera, de la albañilería y de la jardinería, lo cual se refleja en la calidad de sus obras.


Al la zona sur del castillo, a los pies del roquedal, se le añade un espacio para el estacionamiento de vehículos al que el autor nombra como Plaza, que daría acceso al recinto mediante una puerta rematada con un arco de medio punto ejecutado en ladrillo de barro cocido que daría paso a un túnel horadado en la ladera de la Villeta para acceder por un ascensor a la torre que se encuentra adosada a la torre del Homenaje, según la denomina en el proyecto.


    Prieto-Moreno, arquitecto muy práctico y experimentado, realizó con el castillo de Monda un proyecto de restauración enfocado al turismo, pero no con carácter de alojamiento sino como un monumento visitable al igual que la alcazaba de Málaga o la de Almería. Su temprana visión del aprovechamiento turístico de la Alhambra de Granada y la efervescencia del turismo en la cercana Costa del Sol, amén de los deseos de la propiedad del inmueble, influyeron en el diseño del proyecto, de una obra pensada para el disfrute, para el paseo y deleite por los jardines y las viejas ruinas restauradas.


    En este proyecto de restauración, donde no se incluía la muralla de cierre de la alquería, en la cara norte, se observan siete torres en los dos espacios en los que se subdivide el recinto superior. Algunas de ellas las reconocemos claramente hoy día, pues han llegado hasta nuestros días, de otras tenemos testimonio gráficos pero hay dos que ni aparecen en fotografías ni en las excavaciones desarrolladas por Acién Almansa y Rambla Torralbo. Veamos.


    Comenzaremos a describirlas desde oeste a este empezando por la cara sur y el primer recinto, el albacar, y seguiremos con el siguiente recinto, la celoquia, La torre del extremo occidental (nº 1) se mantiene en la actualidad y está formada por un conjunto muy singular donde hay una torre poligonal embutida en otra de planta cuadrangular y otros elementos, sin embargo en el plano, el arquitecto la refleja con planta cuadrada; la siguiente torre (nº 2) no aparece más que en este plano y en algunas fotografías antiguas -donde ya se observaba parcialmente conservada- así como en el croquis levantado por profesor Sebastián Fernández López, así pues todo apunta a que debió desplomarse en la década de los setenta.

 

La torre del albacar

    Si continuamos hacia el este nos encontramos con dos torres adheridas la una a la otra, la más oriental es de mayor envergadura y pertenece ya al recinto de la celoquia (nº 3 y nº 4). Continuando hacia el este nos topamos con la siguiente estructura de torre (nº 5), la conocida popularmente como la torre Cuadrada o casa del Moro, que se mantiene en pie y se encuentra integrada en la obra del hotel pudiendo ser visitada. En el extremo oriental nos encontramos con la última torre de la fachada sur (nº 6), de la que poco se conservaba y que actualmente se encuentra completamente embutida en la obra nueva. Los mondeños la conocían como el Poyo. En el frente norte de la celoquia se dibuja otra torre cuadrangular que se corresponde con la que hay en la actualidad y se encuentra recrecida mientras que la muralla de cierre del albacar no se completa. Todas ellas, según venía recogido en el proyecto, tendrían estancias internas con accesos y ventanas, contemplando incluso el recrecimiento de algunas torres con nuevas plantas en altura, siguiendo así las líneas de la Alcazaba de Málaga y la Alhambra de Granada.

 

La torre del Homenaje 

    Como bien decíamos, conocemos la existencia de la torre nº 2 por este plano, por fotografías antiguas y por la planimetría realizada por el profesor Sebastián Fernández López, porque en la del informe de excavación arqueológica de Acién Almansa y Rambla Torralbo, no aparece reflejada. Las fotografías antiguas no dejan lugar a dudas, se trata de una torre de planta cuadrada y reducidas proporciones que no ha llegado hasta nuestros días.  

 

En lo que se refiere a las torres nº 3 y nº 4 del proyecto, la lectura e interpretación se complica. Éstas se ubican en el punto de encuentro entre el albacar y la celoquia, en el centro del recinto superior y marcando la separación de ambos espacios. La nº 4, de mayor tamaño y altura que las demás, es denominada por el arquitecto como torre del Homenaje. Las torres de homenaje en fortalezas nazaríes son una influencia de la poliorcética castellana y normalmente se suelen colocar en un ángulo de la fortaleza. Suele tratarse de la torre más fuerte del conjunto, de carácter residencial y protección última de la autoridad de la fortaleza junto con su guarnición.

 

Planta de la torre del Homenaje 

    Pero, he aquí el dilema que se nos presenta: no tenemos constancia de la existencia de ninguna de esas dos torres más allá de lo que se recoge en este plano. Ni en fotografías antiguas, ni en dibujos antiguos, ni en las planimetrías de los estudios anteriores hay huellas claras de su existencia. Pero bien es cierto que en el caso de las fotografías, las conservadas son de no muy buena calidad como para apreciar con detalle la realidad de ambas estructuras y hay una donde parece vislumbrarse una cimentación cuadrangular en el punto de unión entre la celoquia y el albacar. En el caso de las planimetrías, cuando se realizaron, ya existía una construcción en el lugar donde hipotéticamente podían haberse levantado sendas torres, por lo que Sebastián Fernández y los arqueólogos Acién Almansa y Rambla Torralbo muy difícilmente podrían haberlas detectado. Únicamente Acién Almansa, en la memoria previa a la excavación del castillo que presenta en la Delegación de Cultura de Málaga, plantea la imposibilidad de comprobar la existencia o no de una torre residencial -aunque lo llega a sospechar- que se hubiera visto afectada por las obras realizadas en el castillo:


...la restauración de Prieto-Moreno impide comprobar la existencia o no de torre residencial en la celoquia, una de las transformaciones más frecuentes en época nazarí que cumple con la función de albergue del alcaide estatal, si bien dichas torres de influencia feudal se suelen dar tan sólo en los grandes husun cabeceras de comarcas y en los fronterizos, lo que no es el caso de Monda.


En cambio sí que conocemos la rigurosidad de Prieto-Moreno a la hora de realizar su labor restauradora, por lo que cabría preguntarse si se trata de elementos exnovo planteados por el autor -como la zona ajardinada- o si, por el contrario, ya existía algún tipo de vestigio que le permitiera plantear la construcción o reconstrucción de estas dos torres. La verdad es que no lo podemos saber con certeza pues, como se ha señalado, no se conservan más pruebas o datos que apunten en esa dirección.

 

Torre del extremo este

Las obras comenzaron a ejecutarse a mediados de los años setenta, siguiendo el proyecto de Prieto-Moreno, pues una noticia del ABC de Sevilla publicada del 20 de enero de 1974 que se hace eco de las primeras obras. Entre las fotografías que acompañan a la noticia hay una imagen del alzado Sur de la celoquia donde puede apreciarse la eliminación de algunas torres y la reducción en tamaño de otras mientras que se agregan otras estancias con otras volumetrías; entre la modificaciones llama la atención una arquería de ladrillos de barro cocido y que no aparecía en el proyecto inicial de Prieto Moreno que finalmente fue construida y que hoy día se encuentra integrada en la cafetería del Hotel El Castillo de Monda y que durante décadas estuvo a la intemperie.

 

Copia de uno de los esbozos para el  proyecto de restauración de 
Francisco Prieto-Moreno


    La propuesta de restauración de Francisco Prieto-Moreno seguía las estelas de la Alcazaba de Málaga y de la universal Alhambra de Granada y tenía unos fines eminentemente turísticos que de haberse concretado tal y como venía recogido en el proyecto, el castillo de Monda se habría convertido en un elemento dinamizador de la economía local de trascendental importancia y, sin duda alguna, habría despertado y estimulado muy tempranamente el sector turístico local. En tal sentido fue una propuesta muy audaz fruto de una gran visión de futuro en unos tiempos en que el turismo de la Costa del Sol empezaba a ascender ya de forma imparable. Que pena que no se llegara a ejecutar en su totalidad ya que en la Sierra de las Nieves hubiéramos contado con nuestra propia “Alhambra”.



Comienzan los problemas. 

Un sueño que se torna pesadilla.


    En 1986 la Comisión Provincial de Patrimonio Histórico-Artístico de Málaga declaró improcedente la construcción de una segunda fase en el castillo de Monda que tenía prevista Rudolf Von Elsterman. El motivo principal fue que algunas murallas y estructuras defensivas vinculadas al castillo podían verse negativamente afectadas por las obras. Previamente, en otras comunicaciones, ya había advertido de la necesidad de mantener una distancia prudencial entre los restos originales y las nuevas construcciones.


    El 4 de noviembre de 1986, poco después de que la Diputación Provincial de Málaga hiciera el catálogo de yacimientos arqueológicos de Monda en junio de ese mismo año para incluirlo dentro de las recién redactadas Normas Subsidiarias de la localidad, durante su fase de Avance en exposición pública para su aprobación, Rudolf Von Elstermann presentó una reclamación. En ella solicitaba que una parcela de su propiedad en la que había restos arqueológicos cambiase su calificación de SUELO NO URBANIZABLE PROTEGIDO por el de SUELO URBANO, adjuntando una serie de planos de ubicación de la parcela. La finalidad del cambio de calificación era la de poder urbanizar esa parcela.


    Von Elsterman se encontró una contundente negativa por parte de la Administración, pues el emérito arqueólogo de la Diputación Provincial de Málaga, Ángel Recio, al respecto de la alegación del mencionado propietario, presentó en febrero de 1987 un Informe sobre el Castillo de Monda4 en el que realizaba una breve descripción de la fortaleza y daba cuenta del calamitoso estado de conservación de sus elementos compositivos. Además de informar en contra del cambio de calificación porque la parcela contenía importantes restos arqueológicos, señalaba negativamente las obras que ya existían recogiendo en su informe que En la cima del cerro existen una serie de construcciones modernas adosadas a las medievales, o encima de ellas, que constituye uno de los más graves atentados al Patrimonio arqueológico cometido en nuestra provincia…


    Hacia el final de su informe, en las propuestas, recogía que no debía procederse al cambio en la calificación de la parcela además de recomendar que pasara a manos públicas. Igualmente proponía tanto la destrucción de la obra nueva ajena al castillo así como la consolidación y restauración de todas las estructuras muradas visibles en superficie (murallas, torres…).


    Poco después von Elsterman, hastiado y cansado de tantas cortapisas administrativas y burocráticas, de tantos retrasos, de problemas con las constructoras... y ante la imposibilidad de ejecutar el proyecto inicial, vendió el castillo a unos empresarios extranjeros que fueron los que más adelante promovieron la edificación del Hotel El Castillo de Monda, según proyecto del afamado arquitecto Salvador Moreno Peralta y de Manuel de Castro. El sueño de Rudolf von Elsterman había tocado a su fin...


    En 1988 la Comisión Provincial de Patrimonio Histórico-Artístico, a raíz de una consulta realizada por los arquitectos Manuel de Castro Morcillo y Salvador Moreno Peralta sobre una hipotética terminación del proyecto de la época de Von Elsterman, emitió la siguiente contestación (acuerdo 61/88):


La Comisión expresa la convicción unánime de que debe seguirse otra línea de construcción que salvaguarde el monumento original, elaborando un proyecto en función de un estudio de lo que era el Castillo antes de iniciarse la ejecución del proyecto anterior.

 

    De lo manifestado por la Comisión se desprende que la anterior intervención constructiva en el castillo de Monda, fruto del proyecto de Prieto Moreno-Pardo, era valorada como no muy acertada...

 

La actuación de Moreno Peralta y Manuel de Castro


    Finalmente el resultado del edificio construido fue el que todos conocemos y no sabemos si llegó a llevarse a cabo o no un estudio “de lo que era el Castillo antes de iniciarse la ejecución del proyecto anterior”, como indicaba la Comisión de Patrimonio Histórico-Artístico. Lo que no deja de ser curioso es que para ese último proyecto la Administración no pusiera tantas objeciones, ni trabas, ni cortapisas… llegando incluso a subvencionar el proyecto con una jugosa cantidad de dinero.


Comparativa de los dos proyectos
 
 

    Entre el proyecto de Prieto Moreno-Pardo y el de Moreno Peralta y Manuel de Castro, no cabe duda de que las diferencias son abismales siendo el del primero más fiel a la naturaleza del castillo de Monda y de mayor sensibilidad patrimonial, aunque claramente enfocado al turismo. Y aunque finalmente se impuso el proyecto de Moreno Peralta y Manuel de Castro, lo cierto es que contamos en nuestro pueblo con un hotel de lujo mundialmente conocido, Hotel El Castillo de Monda, que genera decenas de empleos, que tiene un fuerte impacto económico en toda la zona, que ejerce como elemento tractor de otros sectores económicos y que lleva el nombre de Monda a casi todos los rincones del Mundo. Es, tengámoslo presente, el único de sus características en todo el Parque Nacional Sierra de las Nieves y su entorno y todavía perviven en él algunas de las ideas de Prieto-Moreno y, quizás, me gustaría pensar, parte del sueño de Rudolf Von Elsterman,  de esa pequeña "Alhambra" de la Sierra de las Nieves.





1 Por la restauración de la Catedral de la Natividad de Nuestra Señora de Baeza ha sido fuertemente criticado al insertar en la misma varias vidrieras con escudos heráldicos de Franco y otros personajes importantes del franquismo así como señalados falangistas.

 

2 ROMERO GALLARDO, A.: La conservación en la Alhambra y la labor de Francisco Prieto-Moreno. En La Alhambra. Historia, arte y patrimonio.

 

3 Trabajó en la Dirección General de Regiones Devastadas y fue Director General de Arquitectura hasta 1960, sustituyendo al mismísimo Pedro Muguruza, autor del Valle de los Caídos. Los trabajos como urbanista y restaurador de Prieto-Moreno son numerosos y reconocidos. Además de su papel en la Alhambra, fue también restaurador y conservador de la Alcazaba de Almería.

 

4 Archivo General Diputación de Málaga